viernes, junio 09, 2006

La romería de Coín (Parte 1)

Parece que últimamente estoy folklórico en este blog. El fin de semana pasado estuvimos de romería. Sí, quién lo iba a pensar. Gustavo y yo nos fuimos a Alhaurín el Grande, el pueblo de nuestra querida Inma. Tras ponerse el vestido de faralaes, su coche nos llevó a Coín, desde donde empezamos nuestra caminata. Curiosamente (y permitidme el flash-back), la noche antes de volar a Málaga vimos otra romería que subía el río Besòs hacia Montcada. Estaba oscuro, pero vimos unos 20 caballos con sus correspondientes jinetes, además de carruajes y gente vestida como es típico. Impresionante. Pero nunca tanto como la más masiva romería de Coín, claro. Nos dijeros que había unas 80 carrozas. Nosotros íbamos con la de la familia de Inma.



Desde las 11:30 de la mañana aproximadamente, caminamos hacia la ermita de la virgen unas 3 horas y media, pero no se hizo nada largo: teníamos siempre a nuestra disposición el combustible aparentemente incombustible del rebujito y la cerveza. Los curiosos camareros eran siempre niños que te servían desde carrozas en movimiento rodeadas de estruendo musical. Algunos de ellos, como algunos adultos, eran de ojos claros, algo que para muchos resultará chocante tratándose del sur, pero que es debido a la antigua historia. Parece ser que hace siglos se repobló la zona con gente del norte de Europa. Inma es un ejemplo más de este hecho, con esos ojos tan bonitos que tiene. ¡Y no es hija de guiri! Inma es la de la foto, adornada con un vestido azul frente a un cartel de X-Men 3, que se acababa de estrenar. Curiosa foto. A mí me resultó llamativo este cartel porque no es que la vía de comunicación por la que pasábamos fuese precisamente una autopista. Así que ¿qué hacía allí el cartel de promoción de una reciente superproducción de Hollywood? Claramente es porque saben que mucha gente iba a verlo al hacer la romería, no tanto por los vehículos que pasan habitualmente por allí. Si es que las romerías tienen un tirón, en pleno siglo XXI...

A medio camino tuvimos también la oportunidad de bautizarnos con agua (fresquísima) del río Pereilas. Fue simplemente simbólico, pero nos sentó de maravilla. Ya puedo decir, con orgullo, que fui bautizado en el Pereila por una malagueña salerosa y rubia. Ese momento quedó registrado en una foto que estoy intentando subir pero no lo consigo. Si la veis, por cierto, y os fijáis en el fondo, se ve a una chica con el vestido arremangado y las manos entre los volantes. No penséis mal: es que ahí tienen un bolsillo cosido en el que guardan el dinero, las llaves y todo lo que necesitan para el día. ¡Qué práctico! ¿No?

Otra imagen que no olvidaré es la de la ermita. La gente iba a visitarla al llegar, pero si se tenía que hacer con una cerveza en la mano o sin camiseta cubriendo el torso, pues se hacía. Y luego dirán que si el sur es ultra-religioso y excesivamente tradicional. Será tradicional, sí, pero desde luego se adaptan también a los tiempos que corren, con la consiguiente relajación y libertad de costumbres. Si no fuese así, seguro que ni la Semana Santa ni las romerías serían tan populares ya.

En cualquier caso, a mí me quedó demostrada la capacidad de los andaluces para pasarlo bien. Y eso que no nos quedamos hasta el final. Nos lo pasamos muy bien, pero en esta primera vsita a Málaga queríamos ver otras cosas, así que tuvimos que perdernos la noche de fiesta que iba a seguir. El resto de la gente se quedaba a dormir en la zona de la ermita, cantando, comiendo, etc. Tal vez otro año lo hagamos nosotros, porque desde luego nos sentimos muy bien acogidos en aquella cálida tierra.

Mención especial merecen también las mujeres de otras generaciones, por haber vivido épocas mucho menos favorables para la libertad de las personas de su género. Como ejemplos, la madre y la tía de Inma. La madre, por su vitalidad y su amabilidad. La tía, por sus acciones de ayuda a inmigrantes de patera en Algeciras y por su mentalidad extraordinariamente abierta. Muestra de ese tipo de mentalidad fue también este año la primera boda gay de Coín. Antes de que se aprobara el matrimonio gay, una pareja del municipio prometió que invitaría a su enlace, cuando fuese legalmente posible, a todo aquel que votara a un partido a favor de las bodas entre homosexuales. Y cumpliero su promesa. Y si no, mirad esta noticia.

El otro elemento destacable de la gente que conocimos el fin de semana, la simpatía, viene de serie en todos los oriundos. Muchos deberían tomar ejemplo aquí, donde ni somos tan modernos como nos pintan ni tan acogedores como dicen los nacionalistas. Me parece que se está quedando algo anticuada aquella acertada expresión que tantas veces he oído: És català qui viu i treballa a Catalunya. No sé exactamente por qué, pero ya no la oigo tanto como en mi niñez. Espero sinceramente que sólo sera casualidad.


Ya puestos a crear normas para muchos aspectos de nuestras vidas, nuestro Estatut debería obligar a sonreír un poquito más... Sonreíd, que la vida puede ser muy bella. Y más si es fin de semana. Que tengáis uno feliz.