viernes, septiembre 22, 2006

Suomi III: De Estonia


Salimos de Helsinki en barco dirección a Tallin, en Estonia. Visita casi obligada para todo aquel que llega a aquellos lares. Y no decepcionó nada la experiencia. Todo lo contrario. Aunque hoy día ya casi todas las ciudades bonitas se convierten un poco en parque temático por la masiva afluencia de turistas, Tallin pervive como ejemplo de preciosidad.



Nuestros anfitriones nos explicaban que hace tan solo 5 años aún se advertía el peso de la Unión Soviética. Al parecer, el nivel económico de la ciudad ha cambiado espectacularmente en poco tiempo. Si hace 5 años aún era común ver señoras con el pañuelo a la cabeza, hoy en día Tallin es un lugar donde el diseño se ha establecido como importante industria, imitando y tal vez compitiendo con Finlandia.


El restaurante en el que comimos merece mención aparte. Sirve cocina medieval de la región, y en él pudimos probar, por vez primera en nuestras vidas, carne de oso. ¡Es negra! El sabor no es espectacular, y la textura es algo grasosa, pero no estuvo mal. Luego recordé que los osos con los que están repoblando el Pirineo son de origen estonio. Parece que en el Báltico no están en peligro. También probamos el reno. Eso sí que vale la pena. A mí me parece delicioso. Por otra parte, el restaurante tenía otra peculiaridad: las zonas de clientes estaban alumbradas únicamente con velas. En candelabros que colgaban del techo, en soportes sobre las mesas, pero sólo velas. Incluso el baño no tenía más iluminación que la proveniente de la cera y el hilo ardiendo. Y lo mejor es que era suficiente.