viernes, septiembre 22, 2006

Suomi IV: De los 100.000 lagos



Cuando pesen demasiado la rutina
El trabajo y la vida en la ciudad
Nos iremos en un viaje infinito

Con esa tonta sensación de libertad
Hacia el fondo de ese mundo
Del que me has hablado tanto
Paraíso de glaciares
Y de bosques polares

Donde miedos y temores

Se convierten en paisajes
De infinitos abedules

De hermosura incomparable
Donde siempre te querré

Family

Esta canción parece escrita para esta parte de nuestro viaje. Gustavo y yo pasamos 4 días en una cabaña de la zona de los lagos. Dicen que Finlandia tiene el 10% de su territorio cubierto de lagos, pero la mayor concentración se encuentra en el sureste. Allí fuimos. Ilkka y Antonia nos apañaron una cabañita cerca de Rantasalmi, más concretamente en Porosalmi. Antes de ir vimos la página web (haz clic aquí) y no nos lo podíamos creer. Una vez llegamos, nos rendimos a la evidencia. Gustavo os la enseñará en este enlace.



Era un conjunto de casas en las que sólo había turistas finlandeses. Se hallaban junto a al principio de un lago enorme que daba al Parque Natural de Linnansaari. Nuestra cabaña, por cierto, se llamaba KOIVU, que significa abedul. Teníamos a nuestra disposición una barca a remos. Había también hermosos caminos que seguir por el bosque. Uno de los días, llegamos a un mirador hecho de madera. Desde allí se veían todos los lagos e islotes cercanos, y la línea del horizonte estaba marcada por el verde de los abedules. Pero lo más impresionante es que oímos el rugir de un oso, a lo lejos. Nos quedamos helados. A los dos minutos volvimos a oírlo, esta vez algo más lejos. Ya calmados del todo, percibimos el sonido más alejado aún tras unos minutos. Osos en libertad... Sorprendente e inesperado, sin duda. Al volver a la capital nos contaron que para no correr peligro al encontrarse con un oso, es bueno ir de dos en dos y hablar sin parar, porque si nos mantenemos en silencio el oso nos tiene miedo: huele que estamos planeando algo y nos ataca.


El tercer día subimos a una lancha conducida por una finlandesa rasta y llegamos a la isla central del Parque Natural de Linnansaari. Allí, en el campamento base, trabajaba otro finlandés rasta. Por lo visto, durante los meses en los que los lagos no están helados, ellos llevan y traen visitantes y cuidan la tienda/cafetería. Se puede acampar allí libremente, pero en la isla hay puntos aún más aislados (valga la redundancia) donde plantar una tienda libremente.

Visitamos también Savonlinna, ciudad conocida sobre todo por su castillo medieval. Allí tenían un guía para cada idioma, unos 8 en total. A nosotros, la visita nos la hizo una estudiante de español que había vivido en Lleida y hablaba con un acento casi perfecto. Trabajó sólo para nosotros dos. Increíble. Ellos sí que cuidan al turismo.

Tambien cuidan mucho el paisaje. Por lo visto casi cada familia tiene una cabañita en la zona de los lagos, y a pesar de eso no parece romperse el equilibri natural. Pero luego descubrimos que es tanto por su preocupación medioambiental (aunque ésta también es mucho mayor que la de España), sino porque en Finlandia sólo hay unos 6 millones de habitantes para un territorio comparable en dimensiones a España, que tiene más de 40 millones. Esto es clave para la distribución de recursos, sin duda. ¿Os imaginais que fuésemos sólo 6 millones los habitantes de España? Y eso sin tener en cuenta a los millones de turistas que nos visitan anualmente.

¡Ay, qué paz!